Si hiciéramos el ejercicio de abrir ahora los álbumes de fotografías de cuando los adultos de hoy eran bebés, es bastante probable que el número de imágenes no sea muy elevado. Antes de que los teléfonos móviles existieran o de que éstos se parecieran más a las cámaras que a un aparato para hacer y recibir llamadas, las instantáneas estaban más que contadas y para verlas era absolutamente imprescindible pasar por caja y pagar el revelado.
Actualmente el panorama ha cambiado tanto que es posible captar infinidad de momentos a través del objetivo. Por ello, los álbumes de los bebés nacidos en este siglo cuentan para el recuerdo con miles de fotos de ellos mismos. Ahora bien, muchas de esas imágenes no se quedan para el círculo más cercano, pues se comparten en las diferentes redes sociales, especialmente en Facebook e Instagram.
No sólo es fácil encontrar fotos de bebés publicadas por sus propios padres o seres queridos en Internet, sino también hay quienes incluso cuelgan en la red ecografías, es decir, fotos del bebé antes de que nazca.
Si bien hacer públicas las instantáneas de nuestros hijos es una cuestión personal, no conviene perder de vista que es importante no regalar excesiva información a terceros que no pertenezcan al entorno de la familia y los amigos, configurando la privacidad de las cuentas. Además, los expertos aconsejan que, en todo caso, siempre se debe proteger la dignidad de los pequeños en las fotos y aplicar el sentido común.
Se trata de un debate abierto en la sociedad de rabiosa actualidad. ¿No se debería publicar ninguna foto? ¿O tal vez sí, pero con limitaciones? ¿Es un gesto para compartir con los demás la felicidad que trae debajo del brazo un bebé? ¿Cuál es vuestra opinión al respecto? ¡En las clínicas de EasyFIV queremos conocerla!