Son mujeres, su reloj biológico está activado y su deseo de ser madre es imparable. Pero son solteras o sus parejas no son masculinas. No se trata de casos aislados pues, de hecho, el porcentaje de personas en esta situación es cada vez más elevado.
Si bien algunas comunidades autónomas en España han puesto trabas en el acceso a los tratamientos de fertilidad públicos a estas personas, lo cierto es que las técnicas médicas de inseminación artificial permiten que una mujer pueda gestar un bebé sin haber mantenido relaciones sexuales con un hombre. La Ley sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida ampara dichas técnicas.
La emancipación de la mujer, su independencia económica y las nuevas estructuras familiares, han acompañado a un cambio de mentalidad en la sociedad; criar a un hijo sola por elección es una opción más de tantas. Quienes se encuentren en esta tesitura, así como las parejas formadas por lesbianas, necesitan gametos masculinos de un donante. Los profesionales en reproducción asistida pueden trabajar con los óvulos propios de la paciente y, si por diferentes factores éstos no tuvieran la calidad necesaria, también se puede recurrir a una donante de óvulos.
El material genético será necesariamente de un donante –que siempre es anónimo- en los casos planteados, pero ni el estado civil ni la orientación sexual son, por tanto, condicionantes para renunciar a la maternidad.